Trump da alas a los grandes rivales extracomunitarios del vino y el aceite español
Turquía, Argentina, Chile o Australia han sido gravados con un arancel del 10%, la mitad que afrontan las empresas españolas y comunitarias


La batería arancelaria impuesta por la istración estadounidense amenaza con castigar la posición de las empresas españolas en dos sectores que, hasta ahora, tenían en EE UU un mercado de amplios márgenes y, sobre todo, potencial de crecimiento. El aceite y el vino, los dos productos alimentarios más exportados desde España hacia ese país, intentan digerir el efecto que la tasa del 20% tendrá sobre su operativa. Lo que ya saben es que sus competidores de los mercados extracomunitarios más potentes no sufrirán ese porcentaje tan elevado.
Países como Turquía, Argentina, Chile, Marruecos o Australia también han sido castigados por la istración Trump, pero con un gravamen del 10%. Los cuatro primeros se sitúan entre los 10 principales exportadores mundiales de aceite de oliva. Argentina y Chile también se cuelan en ese ránking en el caso del vino, al que también se suman Australia o Nueva Zelanda.
Países que gozan de una posición de partida más favorable, y que amenazan con comer terreno a las exportaciones españolas, aunque en cada sector con sus particularidades. España es el principal productor mundial de aceite de oliva, y el principal exportador a EE UU. Según datos del Consejo Oleícola Internacional, en la campaña 2023-2024 se vendieron a ese país más de 142.000 toneladas, un 20% más que Italia y, por ejemplo, casi seis veces más que Turquía. EE UU importa en torno al 98% del aceite de oliva que consume, y casi tres cuartas partes lo recibe de la Unión Europea.
Un peso que parece difícil de revertir, aunque la tendencia de los últimos años es clara: en la campaña 2021-2022, la suma de Turquía, Argentina y Chile no alcanzaba el 9% de las importaciones totales de aceite en EE UU. En la última ya superaban el 11%. Si se les sumase Túnez, ese porcentaje superaría el 25%, aunque el país norteafricano ha sido castigado con una tasa incluso superior a la europea, del 28%.
La preocupación principal la concentra Turquía, un mercado que el año pasado batió su récord productor, con más de 400.000 toneladas, siendo el país extracomunitario, sin contar Túnez, con mayor capacidad. “La diferencia de arancel provoca una distorsión en el mercado, y probablemente genere un desvío: no solo es el 10% de arancel, es unos costes de producción muy inferiores. Es una doble penalización”, explica Rafael Pico, director de la asociación de exportadores de aceite de oliva Asoliva.
“Turquía puede ser un competidor, y que incluso haya operadores que se vayan allí”, explican fuentes empresariales del sector, que recuerdan que, hasta hace escasos meses, el gobierno turco mantuvo una prohibición a la exportación de aceite a granel para proteger el mercado interno de las bajas cosechas, lo que deja dudas su capacidad como socio comercial fiable.
Para los operadores españoles, el margen de actuación es escaso: aplicar una subida de precios del 20% en EE UU, y esperar que el consumidor estadounidense, que no adquiere de forma recurrente aceite de oliva, la acepte. Ni siquiera los que tienen centros de envasado allí salvarán el arancel, al aplicarse este también al aceite a granel. Lo que no se esconde desde el sector es un cierto alivio por el hecho de que, a diferencia del arancel aplicado en la primera legislatura de Trump, este afecta por igual a todos los mercados europeos, y países como Portugal, Grecia, y sobre todo, Italia, no jugarán con ventaja. Lo que se queda fuera es la aceituna negra de mesa, sobre la que ya pesaba un arancel del 31%, y ahora sumará otro 20%.
Competidores en vino
En el caso del vino, la posición española no es tan robusta como lo es con el aceite. Es el cuarto país más exportador con destino a EE UU, a gran diferencia de Francia e Italia, que acaparan el 70% del total. Cerca de España se sitúan países como Nueva Zelanda, Australia o, de nuevo, Argentina y Chile, todos ellos con un arancel del 10%. Además, EE UU se sitúa como el cuarto productor mundial, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), por lo que sus necesidades de importación no son tan acuciantes, aunque sí imprescindibles para surtir a todo el país.
“Que no todos los países tengamos el mismo arancel ya genera un importante hecho diferencial”, dice José Luis Benítez, director de la Federación Española del Vino. “Con algunos países sí puede ser más dañino”, añade. Mientras que Argentina y Chile están más enfocados a la exportación de vino a granel, Australia y Nueva Zelanda exportan vino envasado, de buena calidad y buen precio. “Son una fuerte competencia para el vino español”, reconoce Benítez. EE UU supone el 14% de las exportaciones del vino español, y sobre todo, es el mercado exterior con mayor margen. “Trasladar un alza del 20% a precio, de entrada, te saca del mercado”, reconoce el director de FEV.
Tanto el aceite como el vino miran de reojo lo que ocurra con el tratado entre la Unión Europea y Mercosur, que puede abrir un mercado enorme como el brasileño, que, en todo caso, no compensaría lo perdido en EE UU. Mientras el sector vinícola aboga por acelerar el acuerdo, voces del sector aceitero ponen un asterisco: “Preocupa la falta de reciprocidad. Y tal y como está planteado ahora, todo aceite que entre en Europa no tendrá barreras, pero el que vaya allí, sí”.
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