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Paz total
Columna
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La paz no fue total, pero hay una luz de paz territorial

Pese a que el deterioro de la seguridad a nivel nacional es evidente, el acto de entrega de armas de Comuneros del Sur en el departamento de Nariño y los planes de inversión son claves en una zona que ha sido históricamente golpeada por la violencia

Guerrilleros del ELN se forman en un pueblo del departamento de Chocó, Colombia

Lejos de ser total, la política de paz del presidente Gustavo Petro ha dejado frustraciones y nuevos episodios de violencia que sacuden a regiones como el Catatumbo o el Cauca. A pesar del evidente fracaso de un proyecto ambicioso, conviene destacar lo que se ha logrado. Es un alivio para una importante zona del departamento de Nariño el acuerdo alcanzado con el grupo Comuneros del Sur, una disidencia del ELN con presencia en varios municipios de ese departamento. El comienzo de su desarme es esperanza para esas poblaciones.

Cuando se mira el contexto amplio del país suena a asunto menor el avance en Nariño, porque el deterioro de la seguridad a nivel nacional es evidente, pero no es poco para las poblaciones de los municipios en los que ha actuado por más de 35 años el grupo Comuneros del Sur. En el acto de entrega de armas, al que asistió el presidente Gustavo Petro, se informó sobre los planes de inversión del Estado que vienen de la mano con este acuerdo para una zona que ha sido históricamente golpeada por la violencia. Según informó el presidente, “en los 10 municipios donde había presencia del grupo Comuneros del Sur, se han invertido $45 mil millones y hay 109 equipos de médicos, enfermeras, 4 centros de salud y 6 ambulancias”. Hay también ambiciosos planes para la sustitución de cultivos ilícitos.

En medio del evento se dio la orden para destruir 585 artefactos de guerra que fueron entregados por el grupo en proceso de desmovilización. Eran granadas, minas, morteros, que ya no se usarán para matar. Todo acto de desarme es bienvenido, cada vida salvada cuenta. Lo saben bien en esos municipios en donde la violencia ha sido una constante y por eso la paz es algo tangible y real como la posibilidad de salir, trabajar, estudiar… vivir. Algo que en otras latitudes damos por sentado, pero que no está garantizado para inmensos territorios de este país en un conflicto interminable.

Para Alejandro Rosero, director de noticias de RCN Radio en Pasto, un periodista que conoce a fondo la región y su historia reciente en medio del conflicto, hay razones para el optimismo que se siente hoy en la zona porque “ya se ha sentido una disminución en episodios de violencia como el reclutamiento de niños, el desplazamiento y otros indicadores. También se ha visto inversión en obras como carreteras y puestos de salud”. Sin embargo, dice Alejandro, el gran temor es que otros grupos ilegales se tomen el territorio. “Cuando se fueron las Farc tuvimos un mes de tranquilidad y llegaron otros grupos. Ese es un temor que tienen varios alcaldes porque en algunos puntos de la región también hay presencia de disidencias de las Farc”.

El grupo Comuneros del Sur se separó del ELN en medio del proceso de negociación para pasar de la paz total a la paz territorial. Era una pieza clave en el engranaje de la antigua guerrilla, la misma que decidió tirar por la borda la opción de negociación con el Gobierno Petro. El departamento de Nariño tiene una importancia estratégica en términos de recursos por su ubicación en zona de frontera, por la minería y los cultivos ilícitos que son fuente de ingresos para los grupos ilegales. Era un frente muy importante, y por eso la salida de Comuneros del Sur fue un golpe sensible para el ELN y una de las razones para que sus líderes decidieran no avanzar en el acuerdo nacional.

Si se cumple lo anunciado en la negociación con este grupo, incluida esa mayor presencia del Estado, este puede ser el punto de inflexión en la vida de muchas personas. No sobra recordar que los acuerdos no siempre se cumplen y que el Estado tiende a no ser eficaz a la hora de ejecutar lo pactado. No es el primer acuerdo, con seguridad no será el último y la experiencia ha demostrado que los incumplimientos de las partes siembran más violencia. No obstante, en este momento se vale destacar esa mínima luz de paz en medio de tanta oscuridad. Todavía queda algún espacio para hablar, para avanzar, para desarmarse. No es poco en tiempos de matones y guerras desatadas en el mundo.


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