A Vassilis Spanoulis no le gustan los días libres

Vassilis Spanoulis es uno de esos entrenadores de baloncesto que cuando debutan en un banquillo ya saben lo que es mandar sobre la pista y mover las fichas en el tablero. El mítico base griego se retiró en 2021 después de 11 temporadas en el Olympiacos y tras un curso de oxigenación tomó las riendas del Peristeri. Apenas una campaña después la selección griega cayó en sus manos y desde noviembre de 2024 entrena también al AS Mónaco en sustitución de Sasa Obradovic. El éxito ha sido tan rápido como era su velocidad para leer las jugadas. En apenas medio año, Spanoulis ha conducido al equipo monegasco a la Final Four de la Euroliga. En la exótica sede de Abu Dabi, este viernes se enfrenta en semifinales precisamente a su querido Olympiacos (20.00, Movistar). Fenerbahçe y Panathinaikos abren el baile (17.00).

“Mis hijos están divididos entre el Olympiacos y el Mónaco, pero apoyarán a papá”, dijo ayer Spanoulis, una leyenda en El Pireo. De rojo y blanco fue dos veces campeón de Europa (2012 y 2013) tras un laurel anterior con el gran rival, el Panathinaikos (2009). También luce el tercer puesto en el podio de máximos anotadores de la Euroliga tras Mike James y Nando de Colo, y por delante de Llull y Navarro. Esa majestuosa carrera de corto la intenta prolongar ahora con corbata, convertido en el entrenador más joven en esta final europea: 42 años por los 49 de Jasikevicius (Fenerbahçe) y los 59 de Bartzokas (Olympiacos) y Ataman (Panathinaikos). Es un novato frente a tres grandes nombres de los banquillos, en su estreno en la gran competición y tras eliminar al Barcelona en cuartos. España se quedó sin representación en el gran escenario por primera vez desde 2004.

Sus jugadores tienen la impresión de que en cualquier momento del entrenamiento se pondrá la camiseta y comenzará a jugar. Y saben que no hay tregua. Tras el primer partido de Champions ganado con el Peristeri por 16 puntos, anuló el día de descanso porque vio relajación en el último cuarto. “A Spanoulis no le gustan los días libres. Es muy exigente. Estricto”, afirmó Dimitris Moraitis, antes en el Peristeri y ahora en el Panathinaikos. Cada minuto es a tope, como cuando hacía trabajo individual en cancha tras los partidos. Ganara o perdiera.

“Lo que necesitas es trabajar. Puede que las derrotas te conviertan en campeón”, receta Spanoulis, y desmiente: “Me dicen que es más difícil ser entrenador. No. Es más difícil ser jugador. Jugué con dolor y tenía que pensar todo el día en estar al 100%. Debía estar listo o me llevaría la culpa. Ahora he de unir a los jugadores y buscar que den lo mejor de sí mismos”.