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Alcaraz luce poderío en la casa de Sinner y festeja en Roma

El español da un golpe de autoridad contra un rival aún corto de físico (7-6(5) y 6-1, tras 1h 43m) y alza su séptimo Masters 1000. Ya ha conquistado los tres sobre arcilla

Alcaraz celebra un punto durante la final en el Foro Itálico de Roma.
Alejandro Ciriza

Asiste Roma a una exhibición de poderío que concluye con Carlos Alcaraz coronado, reluciente y todavía más reforzado. Es la primera vez en el Foro Itálico. Y asiente Jannik Sinner, sin pilas después de haber perdido el primer set. No había posibilidad de retorno alguna para él: “Eres el más fuerte sobre tierra”, se dirige con sinceridad el español, más que feliz después de haber batido por 7-6(5) y 6-1 (tras 1h 43m) al número uno, desbordado por la triple vía: física, técnica y táctica. Le llegaba demasiado pronto el test. No así para este Alcaraz hegemónico que viaja como un cohete sobre la arena, habiendo completado a sus 22 años la escalera del éxito —Montecarlo, Barcelona, Madrid y Roma— y pletórico en dirección a Roland Garros, que ya se avecina.

“Mucha confianza de cara a ir allí”, expresa el vencedor, con 19 títulos ya en el expediente, a solo uno de Carlos Moyà. Señora demostración la suya ante un Sinner disminuido una vez resuelto el primer set, escaso ya de gasolina y que cierra una secuencia de 26 victorias consecutivas; 30 contabiliza el de El Palmar esta temporada, en la que añade la alegría romana a las de Róterdam y Montecarlo. No redondeó en el Godó, lastrado entonces por una pequeña rotura muscular, pero no falla en esta ocasión. Cada vez que encara una final de envergadura, muestra los colmillos. Cuatro de cuatro en los grandes y siete de ocho en los miles, con cinco títulos de los nueve posibles ya en el bolsillo; todos corresponden a los cinco primeros del calendario.

“Tácticamente, diría que es el mejor partido que he jugado nunca”, valora Alcaraz. “Cuando juego contra él, todo va de estrategia, y creo que lo he hecho muy bien del primer al último punto”, agrega el campeón, el octavo español que refleja el palmarés tras Nadal (10), Manuel Orantes, Emilio Sánchez Vicario, Àlex Corretja, Juan Carlos Ferrero, Félix Mantilla y Moyá. “Me faltan partidos, pero no hay excusas”, apunta luego Sinner, “pero en líneas generales, estoy muy contento. Después de tres meses [sancionado], este resultado significa mucho para mí. He jugado el máximo de partidos [6]. Para subir el nivel debo hacer algunos cambios, sobre todo en los movimientos. Es la superficie que más me cuesta, pero es el primer torneo”.

Sinner golpea la pelota.

No es Holanda, es Roma. Grada colorida, con muchos seguidores de naranja para arropar a su chico, el pelirrojo, su deidad, el robot que está de vuelta y que mide todos y cada uno de sus pelotazos, al igual que Alcaraz. Tenis control, mucho tanteo, poquito fuego. No permitir que otro tome la iniciativa y dejar lo mejor para el final, así es que ahí, a la resolución del primer set, es cuando ambos dan por fin una vuelta de tuerca y sueltan el freno de mano, aprietan más. Hasta ese instante, cálculo por una y otra parte y todo muy medido, muy anestesiado; sin desatarse lo más mínimo porque se acerca Roland Garros, a una semana vista, y la gran partida de ajedrez ya está en marcha. Setenta minutos de póquer en el Foro Itálico, en realidad.

Ametralladora sin balas

Este no es el Sinner que dicta desde el fondo, ni tampoco el Alcaraz que compite a pecho descubierto. El murciano mantiene la línea de estos días —seriedad y más seriedad— y guerrea todo el rato comedido, templado, sin entrar en la zona de calor que tanto le gusta, pero con mucho sentido. Para otro día los fuegos artificiales. Inteligencia, se dice. En vez de buscar el cuerpo a cuerpo ralentiza, quita velocidad a la pelota y así el bombardero no puede encontrar ese ritmo que tanto le gusta, el de esa Thompson que descerraja más y más balazos en forma de barrido. No termina de estar del todo cómodo el italiano, quien va perdiendo lucidez conforme avanza el cronómetro, antes del desmorone definitivo. Han sido tres meses en la reserva y falta frescura de físico e ideas en el episodio final.

Alcaraz muestra el trofeo a sus padres, Virginia y Carlos.

Alcaraz, en cambio, va creciendo poco a poco. Emana tranquilidad y construye desde el orden, con criterio, dándole altura a la pelota o cortando cuando lo considera más oportuno, como si supiera que el de enfrente va a quebrarse en un momento u otro. Se conocen ya de sobra. Por eso, no conviene bajar en ningún momento la guardia. Dentro del equilibrio, de esos 70 minutos de equidad, un par de bolas mal tocadas penalizan al español en un instante sumamente inoportuno, pero corrige de inmediato y salva el fuego; evita la doble opción del rival para llevarse la manga y al desempate, impone pegada y claridad: dos aces para empezar y línea recta hacia el premio. A Sinner, ya justo, se le funde definitivamente la bombilla. Se resquebraja. Se acabó la final.

A partir de ahí, el número uno pierde la chispa y va entregándose porque, sencillamente, no le alcanza para más. Tan solo firma siete tiros ganadores. Le bastó ante adversarios de perfil intermedio e incluso para rendir a un especialista como Casper Ruud, víctima de un rayo, pero ante Alcaraz es diferente. Otra escala. A la búsqueda de información y conclusiones los dos, el episodio romano refleja a las claras dónde están hoy uno y otro, y Sinner deberá dar un considerable salto de nivel si quiere tener opciones en París. Hoy por hoy, sobre arcilla está lejos del murciano, que refuerza su aura de cara al grande francés y enseña el diente. Dominador en la gira, pese a no haber podido intervenir en Madrid por la lesión, alza el trofeo y lanza un mensaje: aquí estoy yo, el último mandamás de los terrícolas.

“NO HE PERDIDO LA CONCENTRACIÓN”

A. C.

El triunfo en Roma engrosa la superioridad de Alcaraz en los cruces con Sinner; ahora, 7-4 a su favor, con cuatro bingos consecutivos. Tres los firmó el curso pasado —Indian Wells, Roland Garros y Pekín— y este último desequilibra el pulso sobre tierra (2-1).

Pese a que el murciano le haya recortado 350 puntos en el ranking, Sinner continuará al frente suceda lo que suceda en el Bois de Boulogne. Su renta actual es de 1.530, a lo que se añade el hecho de que Alcaraz defenderá 2.000 puntos en París y otros 2.000 en Wimbledon, donde también venció el año pasado.

Con cinco Masters 1000 de nueve en sus manos, el español iguala a Marcelo Ríos, Pete Sampras y Alexander Zverev. Y en términos de finales, tan solo se le resistió el extraordinario episodio de Cincinnati en 2023, frente a Novak Djokovic. Solo el danés Holger Rune —en el desenlace de Barcelona— ha podido con él durante la presente gira (15-1). 

“Sé cómo jugarle a Jannik”, indicó. “Pero estoy seguro de que él irá a mejor, de que se sentirá mejor en Roland Garros”, continuó el ganador, al tiempo que la estadística revela que el italiano ha perdido nueve de los diez duelos que ha disputado contra top-5 en arena. Su consuelo fue la final de Umag (Croacia) en 2022, precisamente ante su gran rival.

Más allá de la victoria, el recorrido de Alcaraz a partir de Montecarlo —también de estreno en el palmarés— describe a un competidor muy sólido, capaz de voltear el escenario pese a los deslices que, ante Sinner, desaparecieron por completo. Ni un solo lapsus: “No he perdido la concentración”.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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