Mapa de la renta de padres e hijos: ¿En qué ciudades funciona mejor el ascensor social?
Un estudio muestra la conexión entre los ingresos de millones de padres y los de sus hijos décadas después. Sus datos reflejan el peso de la familia, pero también del lugar donde se vive. Consulte los resultados por barrios y ciudades
Cargando
Los hijos que se criaron en los ochenta en hogares de renta baja de Alcorcón (Madrid) o L’ Hospitalet de Llobregat (Barcelona) ganan de media 5.000 euros más que los que se criaron en familias igual de pobres de Telde (Las Palmas), Jerez de la Frontera (Cádiz) o Dos Hermanas (Sevilla). A veces basta cruzar unas calles para encontrar diferencias: en Barcelona, los niños de renta baja que crecieron en el barrio de Sant Antoni ganan ahora, con 30 o 40 años, unos 2.500 euros más que sus vecinos del Raval, aunque les separan unas manzanas.
La renta del hogar durante la infancia influye en la renta que un niño tendrá en el futuro. Pero también lo hace el lugar donde se crió. Así lo constata un Atlas recién publicado, el primer estudio del nuevo Laboratorio de Oportunidades, el centro que dirige Javier Soria, colaborado por la Fundación Felipe González, el Future Policy Lab y dos centros de investigación de referencia, el World Inequality Lab de Thomas Piketty y el Opportunity Insights del pionero Raj Chetty. El atlas es un trabajo de Soria y Octavio Medina, investigador de Google, que han contado con el apoyo de la Agencia Tributaria para mejorar una edición anterior: ahora recopilan la información tributaria de millones de padres e hijos —nacidos entre 1980 y 1990—, para seguir las rentas de estos últimos a lo largo de 25 años, hasta 2022.
Estas son algunas claves del trabajo.
La desigualdad se hereda
Conocer la renta del hogar en el que un niño se crio ayuda a predecir su renta 30 y 40 años después. Los españoles nacidos entre 1980 y 1986 que crecieron en hogares del 20% pobre —por sus rentas, y considerando solo aquellos que hicieron la declaración tributaria— tenían en 2022 unos ingresos brutos de alrededor de 18.000 euros. Sin embargo, los que crecieron en hogares del 20% rico superan los 32.000 euros. ¿Y los que nacieron en familias del 1% más privilegiado? La mitad ganan más de 45.000 euros, como muestra el gráfico.
El gráfico también señala una fuerte brecha de género. Si se considera una familia de rentas medianas, los niños de esos hogares ganan ahora, en mediana, 24.800 euros; las niñas 20.100, casi 5.000 euros menos. Es una brecha que se mantiene en hogares de todas las rentas: en los núcleos familiares del 1% más pobre supera los 3.000 euros y en el 1% más rico llega a los 10.000 euros.
Este mismo fenómeno se puede explorar cruzando centiles de padres e hijos. El gráfico siguiente muestra la posición en la escalera de la renta que tienen —de media— los hijos de los hogares que crecieron en cada escalón. Aquellos que se criaron en el 1% de hogares con menos renta declarada han acabado de media alrededor del centil 39. Esto significa que están por debajo de la población general, pero también que la mayoría ha subido muchos escalones en comparación con sus padres. Será así porque tuvieron ciertas oportunidades, pero también por azar.
En el extremo contrario, donde aparecen las familias de renta alta, la influencia de los padres es mayor. Los hijos nacidos en hogares del 1% con más ingresos declarados crecieron para estar, con 36-42 años, alrededor del centil 74. Octavio Medina, uno de los autores del proyecto e investigador de Google, subraya otro fenómeno: la persistencia de los más privilegiados en España. “El 12% de los hijos del percentil 100 crecen para quedarse en el percentil 100, un porcentaje mayor que EE UU”, compara.
El nivel de movilidad observada cae inevitablemente en un punto intermedio entre dos extremos teóricos. Si la herencia no tuviese ningún efecto, los hijos de cualquier nivel de renta tendrían una renta mediana del centil 50. No es lo que muestran los datos. Pero la realidad tampoco llega al otro extremo: si lo único que importase fuese la familia —ni el entorno, ni el esfuerzo, ni el talento, ni el azar—, en el gráfico se vería una diagonal, donde los hijos del centil 1 crecerían para ser parte de ese mismo centil, igual que pasaría con los hijos del centil 10, 50, 75 y 100. Tampoco se refleja eso.
Por eso es útil la comparativa internacional. Según el estudio de Soria y Medina, “España se encuentra en un punto medio-bajo en la comparativa internacional de movilidad social”. La probabilidad de que un niño de ingresos bajos llegue a tener ingresos altos es del 10% en España, explican, por encima del 2,5% de Brasil, el 7,5% en Estados Unidos, muy cercano a Francia (10%), pero por detrás de Alemania (11%), Suecia (11%) o Australia (12%).
El análisis se construye a partir de los datos de renta, tanto del trabajo como del capital. Es decir, las remuneraciones de las actividades laborales, así como las procedentes de rentas de alquileres e inversiones financieras —esta segunda categoría suele concentrarse en la parte alta de la distribución de ingresos—. Lo que no tiene en cuenta es el patrimonio, que en España está muy marcado por la posesión de vivienda y que supone otro foco de desigualdad: los hogares encabezados por un menor de 35 años acumulaban menos de un 7% de la riqueza neta del país en 2022, frente al 13,4% de los mayores de 75 años, según datos del Banco de España. Una brecha que se ha duplicado en las dos últimas décadas.
¿Qué ciudades ofrecen oportunidades?
La otra clave del estudio es que demuestra que el ascensor social funciona de manera diferente en cada barrio y cada ciudad. Es lo que mostraba el mapa inicial.
Se puede poner como punto de partida personas que nacieron en los ochenta y que crecieron en hogares con una renta idéntica; todos en el 25% con menos ingresos de España entre 1998 y 2000, que es cuando se hizo la medición de la renta de los padres. Pues bien, 40 años después, los hijos de esos hogares que se criaron en Lleida, Barcelona o Madrid —y en ciudades de sus alrededores como L’Hospitalet o Alcorcón— han ascendido en media hasta el centil 50. Es decir, que aunque nacieron con rentas bajas, ahora tienen rentas medias, alrededor de 23.500 euros.
En el extremo opuesto, sus equivalentes que se criaron en Dos Hermanas, Cádiz, Badajoz o Santa Cruz de Tenerife están en media por debajo del centil 40. Muchos mejoran la posición de sus padres, pero en mediana tienen una renta más baja, unos 19.000 euros.
En estas diferencias territoriales habrá una parte de azar y otra de características familiares distintas que influyen en su renta. Pero los autores del estudio confirman la importancia de la geografía. Es una de sus conclusiones provisionales, como explica Javier Soria: “Analizando los hogares con hijos que se mudan de casa, hemos podido confirmar que crecer en un vecindario tiene efectos causales, que explican alrededor del 60% de las variaciones geográficas que vemos en la movilidad social”. Es decir, que dos familias idénticas efectivamente aumentan las oportunidades de sus hijos eligiendo donde vivir.
En términos macro, las grandes ciudades y las capitales suelen ser más dinámicas económicamente. Son los lugares con las mejores infraestructuras, donde se instalan empresas y organismos públicos que buscan a trabajadores cualificados y mejor remunerados. En definitiva, se proyectan como epicentros de oportunidades. El fenómeno no es exclusivo de España; la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) lleva años destacando una tendencia internacional generalizada hacia estas economías de aglomeración, y calcula que el PIB per cápita de las regiones metropolitanas es un 30% superior en promedio al de otras zonas de un mismo país. En contrapartida, estas zonas suelen tener un coste de vida más elevado, con el gasto en vivienda como principal elemento de presión.
La movilidad ha empeorado
Una novedad del trabajo del Laboratorio de Oportunidades es que sus autores han podido medir cómo evolucionó la movilidad desde los años ochenta hasta los noventa. Su conclusión: el ascensor empeoró.
De nuevo es útil seguir las trayectorias de los hijos de hogares de renta baja. Los nacidos en 1980 cumplieron 31 años en 2011, con una renta mediana en el centil 45. Los de 1983 llegaron a 31 años en el centil 46, un poco mejor. Pero luego la movilidad empeoró: los nacidos en 1990 en hogares pobres han visto reducirse sus rentas hasta el centil 44. La caída no es enorme, pero sí significativa. Se observa entre 1984 y 1990 y en todas las edades.
Los investigadores lanzan varias hipótesis para ese retroceso. “Una de ellas es la gran recesión. La cohorte nacida en los años 80 tenía ya 28 años cuando estalló la crisis en 2008, y 33 en 2013, cuando el desempleo llegó a máximos”, apunta Medina. En esos mismos años, los nacidos en los noventa estaban apenas asomándose al mercado laboral, lo que puede haber condicionado su trayectoria laboral futura. Sin embargo, hay otros rasgos que pueden haber tenido un peso específico relevante.
“El crecimiento es importante para la movilidad social. En una sociedad estática no se crean empresas y empleo; no hay cambios en el ranking relativo", destaca Medina. Por el otro lado, señala la elevada tasa de paro de aquellos años —el desempleo es un problema estructural de España, aunque ahora la afiliación esté en máximos—. “Cuando hay escasez de empleo y no hay empleos para todos, ¿cómo se distribuyen esos trabajos? Quizá empiecen a importar más otros factores, como los amigos, y los os familiares. Y ahí la relación con los ingresos familiares está clara. Al final, en un país donde el paro estructural es tan alto y la desigualdad está tan influenciada por tener empleo o no, el crecimiento equilibra la balanza. La pregunta es si eso se mantiene o está cambiando", concluye.
Datos y metodología. Todos los datos salen del Atlas de Oportunidades 2.0, un proyecto del Laboratorio de Oportunidades, con apoyo de la Fundación Felipe González y la Agencia Tributaria, realizado por Javier Soria y Octavio Medina. Los detalles pueden consultarse en la página web del proyecto y el working paper recién publicado.
Las geometrías del mapa de códigos postales son una aproximación obtenida a partir de los datos del callejero del Censo Electoral del INE. A cada sección censal un código postal. En la mayoría de los casos esta relación es unívoca, cuando no es así se le ha asignado el código postal con el comparte más tramos de calle.