La boda legal del año: nace Herbert Smith Freehills Kramer
La fusión de los bufetes alumbra un gigante global con 2.000 millones de dólares de ingresos y 2.700 abogados

Este domingo, 1 de junio, se consuma una de las alianzas más significativas del panorama legal global. La firma de origen británico Herbert Smith Freehills (HSF) y el despacho norteamericano Kramer Levin se dan el “sí, quiero” en una fusión que no solo suma cifras mareantes, sino que mueve ficha en el tablero del Risk jurídico, donde el poder se disputa tanto en millones como en jurisdicciones y talento. Nace así Herbert Smith Freehills Kramer —o HSF Kramer, como se conocerá en Estados Unidos—, un nuevo gigante global con más de 2.000 millones de dólares en ingresos combinados, 2.700 abogados y 640 socios, repartidos en 25 oficinas a lo largo y ancho del planeta.
Con una fuerte presencia geográfica, Herbert llevaba tiempo buscando un consorte que le abriera las puertas de EE UU. El cortejo con Kramer Levin —firma neoyorquina situada en el puesto 104 de la clasificación de The American Lawyer— no comenzó hasta 2023. “La unión se anunció en noviembre de 2024 y en abril de 2025 los socios de ambas firmas votamos a favor de la fusión con una mayoría abrumadora. Un tiempo muy razonable para la complejidad de la operación”, explica Eduardo Soler Tappa, socio director de Herbert Smith Freehills Kramer España. “La unión de ambas firmas es el fruto de una estrategia cuidadosamente planificada; se basó en la compatibilidad cultural y operativa”, afirma.
Esta es la segunda gran alianza transatlántica en poco más de un año, tras la de A&O Shearman. En el caso de HSF Kramer, el alcance es incluso transpacífico: Herbert Smith (Reino Unido) ya se había unido a la australiana Freehills en 2012. Este tipo de movimientos ha marcado el rumbo del sector durante el último cuarto de siglo. La primera oleada, entre 2010 y 2015, dio lugar a firmas como Hogan Lovells, Squire Patton Boggs o Dentons. Hoy, los despachos no solo buscan presencia internacional, sino ser verdaderamente globales. Para lograrlo, deben competir en los grandes mercados, sobre todo en EE UU, donde se reparte casi la mitad del pastel legal. Como señala Soler Tappa, estar allí permite jugar “en primera división” y es clave en grandes litigios y operaciones multijurisdiccionales. La presión del mercado augura más alianzas de este calibre en el corto plazo.
El puente tendido entre Nueva York (Kramer) y Londres (Herbert) no solo sostiene ambiciones globales, sino también un pulso invisible y poderoso: el talento compartido. De ahí el esmero con el que ambas firmas han entrelazado dos culturas jurídicas afines, aunque con matices. Mientras en EE UU predomina el sistema eat what you kill —en el que cada socio cobra en función de lo que genera—, en Europa es más común el modelo lock step, más colectivista, que premia la antigüedad y fomenta la colaboración interna.
“Uno de los retos más significativos ha sido la unificación de los modelos de compensación, dado que Kramer Levin tenía una rentabilidad por socio algo más alta”, reconoce Soler Tappa. Desde el inicio “se ha adoptado un sistema de beneficios compartidos (profit pool)”, detalla. Aunque las culturas son compatibles, se ha trabajado, entre otros, los aspectos económicos. El objetivo es que el talento, venga de donde venga, se compense por igual. “Nuestro modelo de negocio se asienta sobre la excelencia y el mérito”, subraya.
La transparencia ha sido clave para consolidar la unión del equipo. Un proceso, según los participantes, apoyado en una comunicación “abierta y constante”. “Se realizaron sesiones informativas y reuniones para explicar los objetivos de la fusión, los beneficios esperados y cómo afectará a los empleados en su día a día”, indica Soler Tappa. También han trabajado en la armonización de políticas de recursos humanos, “incluyendo trayectoria profesional, adaptación de puestos, beneficios y políticas de trabajo flexible”, agrega.
Como en todo buen matrimonio, la nueva cúpula directiva combina representantes de ambas casas con el objetivo de asegurar “que las decisiones estratégicas reflejen las perspectivas y fortalezas de cada una y, por supuesto, la retención del talento y la continuidad de los equipos”, explica Soler Tappa. La firma será gestionada por el global executive, al que se han incorporado dos socios de EE UU. El actual consejero delegado, Justin D’Agostino, continúa, mientras que un socio ejecutivo de Kramer Levin se ha unido al consejo global.
También hay algunos cambios organizativos. Los antiguos equipos de HSF New York y Kramer Levin —repartidos entre Nueva York, Washington DC y Silicon Valley— se integrarán en una misma región bajo la batuta de un nuevo regional executive en EE UU, un país en el que algunas firmas han recibido presiones de la istración de Trump en su cruzada antidiversidad. No ha sido el caso de Kramer Levin, puntualiza Soler Tappa, quien subraya: “HSF Kramer aspira a actuar con autonomía frente a cambios políticos o istrativos”.
La fusión sitúa a Madrid en el nuevo mapa de la firma. A diferencia de otras plazas, como París —donde la salida de Kramer Levin se ha resuelto con naturalidad, dado que Herbert llevaba más de 60 años en Francia—, el despacho neoyorquino no tenía presencia previa en España. “Todo son ventajas”, celebra Soler Tappa. “Significará una mayor proyección internacional, más oportunidades de negocio y colaboración; ofrece un puente directo con el mercado legal estadounidense”, afirma. Para el socio, una de las grandes virtudes de la alianza es el flujo de talento entre oficinas. Los neones de la nueva firma ya están listos. Soler Tappa recuerda: “El éxito no depende solo de alinear números, sino de generar confianza”.
Lo mejor de cada casa
El matrimonio legal de Herbert Smith Freehills con Kramer Levin da lugar a uno de los 20 despachos más relevantes del planeta. El primero, con fuerte presencia en Reino Unido, Europa continental, Asía-Pacífico, Australia, Oriente Medio y África, brilla en arbitraje internacional, M&A transfronterizo y energía. Kramer Levin, por su parte, aporta una sólida base en EE UU, con oficinas en Nueva York, Washington DC y Silicon Valley, esta última estratégica por su papel en el asesoramiento en patentes, marcas y copyright para gigantes tecnológicos, incluidos varios de los llamados siete magníficos, grupo formado por Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta, Nvidia y Tesla. La firma neoyorkina es reconocida por ser fuerte en litigios complejos y derecho corporativo.
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