Paco Nadal: “Cuando viajo no voy de vacaciones, voy en busca de historias”

Paco Nadal lleva toda una vida dedicada a los viajes, es un aventurero nato. Posiblemente, este murciano, que una vez fue químico, pase más tiempo viajando que en casa —unos 250 días al año, señala—. Eso le ha convertido en todo un referente para aquellos que nos dedicamos a la comunicación de viajes y para todos los nómadas de corazón que buscan inspirarse en sus vídeos de Instagram y YouTube, donde cuenta con más de 218.000 y 75.000 seguidores y suscriptores, respectivamente. Empezó hace dos décadas a publicar en El Viajero, ha llovido mucho desde entonces, pero sigue manteniendo el mismo espíritu viajero que le caracteriza. Como explica, el mundo es infinito y hay muchos lugares desconocidos que aún no figuran en su pasaporte. En su currículo, eso sí, no cabe ya ni un alfiler; sigue colaborando en programas como La ventana de la Cadena SER y en El Viajero, donde cuenta con una columna propia. Además, es uno de los expertos de EL PAÍS VIAJES, el programa de viajes de autor en colaboración con Azulmarino. Paco Nadal ha concedido esta entrevista en exclusiva para hablar de estos itinerarios y también de toda su trayectoria profesional.

Pregunta. ¿Cómo surgió en ti ese amor por los viajes? ¿Tuvo algo que ver tu infancia?

Respuesta. Sí, yo tengo clarísimo que mi amor por los viajes y por la naturaleza nació en el grupo de scouts al que pertenecí cuando era pequeño.No había muchas opciones de asociacionismo en aquella época. Estaban los scouts, amparados por la Iglesia, y la OJE, que era la antigua Organización Juvenil Española, tutelada por el Estado. Mis padres me metieron ahí con nueve años porque mis amigos del barrio también iban, y allí estuve hasta los veintitantos. Eso generó en mí un interés por las salidas, las acampadas, la naturaleza… Fue una infancia y adolescencia bastante activa; también aprendí allí a hacer fotografías.

Pregunta. ¿Recuerdas cómo fueron aquellos primeros viajes ya como periodista?

Respuesta. Mi reconversión como periodista fue un tanto rara porque yo soy químico de estudios, me dediqué cinco años a ello, pero ya vi que no me llenaba mucho y a los 30 años decidí reciclarme. No tenía muy claro cómo pero yo lo que quería era viajar, pensé en montar una empresa de viajes de aventura —en los años noventa empezaban a ser populares—, pero vi que había un Máster de Periodismo en el EL PAÍS, me apunté y tuve la suerte de conseguir una plaza. A partir de ahí empecé a trabajar; tenía claro que yo lo que quería era hacer un periodismo de viajes, no quería hacer tribunales o deportes.

Pregunta. ¿Cuál fue tu primer viaje?

Respuesta. Como periodista, recuerdo que cuando llegué al máster ya había viajado un montón porque ha sido siempre mi hobby. Quizá uno de los primeros fue a Zaire, ahora República del Congo, y fue un viaje muy loco con una cámara en blanco y negro 6×6. Fui a explorar el río Congo en busca de los pigmeos. Allí hice un reportaje que fue el primero que publiqué en la revista de viajes Altaïr, que empezaba entonces.

Pregunta. Desde entonces el periodismo de viajes ha cambiado mucho…

Respuesta. Eso ha sido como la caída del Imperio Romano. Por un lado, me alegro porque he tenido la suerte de ser de una generación que vivió el final de una época que ha durado más de 700 años, porque desde que se inventó la imprenta no había cambiado… ¡imagínate! Yo he tenido la suerte de conocer un mundo donde escribías y tu trabajo se imprimía y se vendía en puestos de distribución. Recuerdo cuando llegó la primera foto a través de una cosa que se llamaba internet. La envió un colaborador de Londres a la Redacción del suplemento en el que trabajaba que se llamaba El País de las Tentaciones; era un suplemento muy joven y divertido de tendencias. Nos pusimos todos a mirar aquello como el que miraba el primer fuego. Estamos hablando de principios de los años noventa. Por suerte, me he ido adaptando a la ola de los cambios, que no han sido pocos; pero hay muchas personas que no han sabido adaptarse y se han quedado por el camino.

Pregunta. Imagino que al viajar te das cuenta del cambio que está viviendo el sector turístico. Desde los años noventa, todo es muy diferente…

Respuesta. La forma de viajar ha cambiado igual que lo ha hecho la comunicación. Me acuerdo cuando empecé a viajar como mochilero, que podías pasarte 20 días sin comunicarte con tu casa y no se preocupaban. Es más, si llamabas muy a menudo era porque algo había pasado… Ahora llamamos en videoconferencia cuando queremos. El mundo del viaje ha cambiado mucho, antes era muy solitario, era un ejercicio de soledad. Todos los que hemos empezado a viajar así hemos pasado noches de llorar y pensar “qué estoy haciendo aquí en pensiones de mala muerte en Asia o en África…”. Ha dejado de ser un ejercicio de soledad para convertirse en algo más global. No sé si es mejor o peor.

Pregunta. De hecho, tú huyes bastante de esta globalización e intentas siempre en tus viajes buscar los lugares menos conocidos y masificados.

Respuesta. Sí, los cambios en las tecnologías han llevado a una democratización o popularización de los destinos. Ahora el prescriptor no es el periodista de viajes sino Instagram o TikTok, y se multiplica por millones las audiencias. Esto ha llevado a la masificación de los sitios más instagrameables que, además, ha generado un problema en muchos destinos porque no pueden manejar esa afluencia brutal. Esa es la parte negativa.

Pregunta. ¿Te cuesta encontrar esos rincones menos conocidos para mostrarlos en tus viajes?

Respuesta. Lo primero es que el mundo es lo suficientemente grande para que en una vida no lo descubras; y, segundo, es que sigue habiendo lugares donde no hay gentrificación. Estamos hablando de esa porción del mundo que se ha hecho famosa en redes sociales, pero si lo pensamos es una porción pequeñísima. Es que todo el mundo se empeña en ir a los mismos lugares en las mismas fechas, pero tú te vas en enero a Europa, e incluso a las grandes ciudades, y no hay tanta gente.

Pregunta. ¿Qué haces cuando no viajas?

Respuesta. Pues este trabajo es un vicio y, cuando no trabajo, viajo por placer, con mis amigos, mi familia… Quienes nos dedicamos a esto por pasión, en realidad, lo que estamos haciendo es nuestro hobby. Lo que sí que me reservo —eso es sagrado desde hace muchos años— es el mes de agosto para descansar. Tengo una casita en el mar, en Murcia, y allí lo más lejos que voy es a comprar el pan.

Pregunta. Cuando preparas tus viajes, ¿qué es lo más importante para ti?

Respuesta. El viaje debe tener una historia, un hilo conductor. Donde vaya tengo que poder contar una historia porque, en definitiva, no somos periodistas, somos contadores de historias. No voy de vacaciones, voy en busca de historias.

Pregunta. ¿Y en la maleta qué sueles llevar siempre?

Respuesta. Me sigue gustando llevar un cuaderno para poder anotar mis cosas. Tengo cientos de cuadernos que compro de manera compulsiva, pero tengo muchos otros escritos que me gusta releer porque ahí está toda mi vida y mis experiencias.

Pregunta. Has estado en lugares del mundo que podrían clasificarse como extremos. ¿Alguna vez has tenido algún problema o has sentido miedo?

Respuesta. De momento, he tenido mucha suerte. Recuerdo en un viaje que hice a Groenlandia, en una travesía que hice con esquís, sí que tuve un problema. Estuve tres días enteros refugiado en una tienda porque vino una tormenta de viento terrible, y una de las tiendas además se rompió… He tenido algunos percances con policías corruptos, pero he sido un viajero con suerte.

Pregunta. ¿Cómo ha sido tu experiencia como guía experto?

Respuesta. Una de las cosas que más me gusta de estos viajes es hacer grupo, que la gente se lo pase bien y, como viene mucha gente sola, intentamos que no se sientan solos. Estos viajes me aportan mucho, es un honor que la gente quiera viajar conmigo y pague por compartir conmigo experiencias. Sobre todo que repitan; tengo un grupo de señoras que llevan 14 viajes. Además, cuando viajas con gente te das cuenta de que sus necesidades son otras. A nosotros los periodistas estos grupos nos ayudan a bajarnos del pedestal en el que creemos habernos subido. Bajar a la tierra y entender las necesidades de la gente que te lee.

Pregunta. Cada uno entiende los viajes de una manera, no es ni mejor ni peor una forma de viajar…

Respuesta. Este fue un debate que surgió con el mundo de los blogs. Y tuve bastantes enfrentamientos porque mira que he dado vueltas por el mundo y jamás he encontrado ningún museo con la vara de medir viajeros. Viajar es un ejercicio de introspección y cada uno viaja como quiere. Eso de decir que soy mejor viajero porque he estado en 100 países me parece una estupidez. Nunca he contado el número de países donde he estado ni quiero saberlo, porque es una cifra que no dice nada. Los viajes de EL PAÍS Viajes me gustan porque viene gente muy variada, y eso es lo bueno.

Pregunta. ¿Qué destinos resaltas a la hora de viajar en grupo?

Respuesta. Los viajes que yo elijo son viajes más complejos, por territorios y viajes en movimiento que implican una logística más complicada o destinos a los que una persona no viajaría sola, como África en camión, Tíbet o China.

Pregunta. De hecho, África es uno de los continentes donde tienes previsto un viaje este año…

Respuesta. Sí, África es mi destino favorito, me siento muy feliz allí. Es uno de los típicos destinos donde la gente no iría porque está llena de tópicos. Siempre suelo ir a África en septiembre y este año es especial porque es la primera vez que viajamos a esa parte. Vamos a descender el río Zambeze durante un par de días en canoa; seguimos los pasos de uno de los grandes exploradores africanos, David Livingstone. Vamos a ir a Malawi, vamos a visitar el sitio donde murió, y vamos a visitar una África muy desconocida: Zimbabue, Zambia y Malawi, que no tienen nada que ver con otra África más turística.

Pregunta. ¿Cómo es la África que llevas a estos grupos?

Respuesta. Esta África del Sur es un África segura, estable; no es sabana, es más seca. Tiene paisajes brutales, mucha gente cuando la ve no se la cree. África no es hambruna; Zimbabue, supuestamente, es uno de los países más pobres del mundo, pero cuando llevo a los grupos a un supermercado alucinan porque son iguales que los de aquí. No se lo esperan… Llevo yendo unos 15 años y la gente confía en mí. Son viajes en los que contamos historias, leyendas de exploradores; son muy familiares, reímos frente al fuego, todos los que van vuelven enamorados del continente…

Pregunta. En enero de 2026 te vas al otro lado del mundo con otro grupo de viajeros, concretamente a ver las auroras boreales en Noruega. ¿Cómo será esta aventura?

Respuesta. Sí, siempre me han atraído los grandes desiertos que no siempre son de arena, también hay desiertos azules y blancos, que son los casquetes polares. Vamos a hacer un viaje a finales de enero, es una época dura, pero vamos a experimentar qué calidad de vida tienen los noruegos en un clima tan extremo y frío. Saldremos de Tromsø en un barco preparado, y seguiremos por los fiordos al norte, más allá del círculo polar ártico; también haremos actividades con motos, raquetas, travesías y, sobre todo, disfrutaremos de las auroras boreales desde el barco. Es un espectáculo único que no siempre está garantizado pero, sobre todo, se trata de disfrutar de un clima extremo con toda la confortabilidad que ofrece un país como Noruega.

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