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Premio para los que ahorran vatios

Los Certificados de Ahorro Energético (CAE) trasforman en dinero la economía sostenible e impulsan el cambio total de una empresa hacia un modelo más ecológico

Extra Energía Mayo 2025
Miguel Ángel García Vega

Es una idea que llega desde Francia. “Pensemos en una de esas iniciativas donde importa más la señal que transmite que la magnitud del dinero que maneja”, reflexiona Roberto Scholtes, jefe de Estrategia de Singular Bank. Esa señal se llama Certificados de Ahorro Energético (CAE). Quizá, lo mejor sea empezar por un adverbio de negación. “No se trata de un impuesto tributario. Al contrario. Persigue el ahorro energético”, aclara César Cantalapiedra, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI). Para conseguirlo se ha levantado toda una arquitectura que mezcla economía y conciencia medioambiental.

El CAE es un documento que garantiza que se ha logrado un ahorro energético. Pero también es una moneda de cambio. Si estuviésemos en el siglo II antes de Cristo serían denarios verdes. El número de CAE generado equivale a los kilovatios-hora (kWh) ahorrados en un año. Escrito de otro modo: los CAE acreditan un ahorro de energía final equivalente a un kWh anual mediante la implantación de, por ejemplo, proyectos singulares. Además pueden funcionar al igual que palancas de financiación privada para la industria, el transporte, el sector residencial, el terciario o el agrícola, ya que incentivan las inversiones en eficiencia energética. Esto supone que los organismos podrían recuperar parte del coste invertido en eficacia recibiendo una contraprestación si vende los ahorros conseguidos.

Sujetos obligados

Otro requisito tiene que ver directamente con los mencionados denarios. España, con el propósito de reducir las emisiones de gases, creó en 2014 el Fondo Nacional de Eficiencia Energética (FNEE). La dotación es de 1.023 millones de euros. El 1% del consumo energético del país. Es la cantidad que las energéticas tienen que dotar al fondo. No llegó solo, sino acompañado de la figura del sujeto obligado. Son las grandes empresas energéticas, que están compelidas a aportar dinero y CAE. En el caso de los certificados no basta con una profesión de fe. Existen verificadores que trabajan porque el proceso sea correcto y puedan emitir ese CAE. En este intercambio existe, además, la figura del sujeto delegado. Se trata de las firmas que pueden colaborar con los sujetos obligados para conseguir un CAE. Este año se permite pagar hasta un 85% en CAE y el resto, en dinero. La verdadera filosofía —resume Roberto Schholtes— es que contribuyen a difundir una cultura de eficiencia energética en cualquier proyecto de cierta envergadura y esto tiene una capacidad malthusiana. “La mejor forma de no generar emisiones es ahorrar energía”, describe Enric R. Bartlett Castellà, profesor de Derecho Público de Esade Law School. Y apunta: “Legalmente se traduce en el principio ‘primero, la eficiencia energética”.

El Gobierno poco a poco va subiendo la ambición. El objetivo de ahorro de energía final para este ejercicio es de 500 kilotoneladas equivalentes de petróleo (ktep) o sea, 5.815 gigavatios-hora (GWh). Este aumento supone un esfuerzo para las empresas obligadas, que deberán implementar medidas de eficiencia energética más ambiciosas para cumplir con estas nuevas metas. De hecho, la equivalencia financiera, recuerda César Cantalapiedra, se ha fijado en 2,20 millones de euros por ktep economizado, lo que equivale a 189.165,95 euros por GWh ahorrado. Este ajuste refleja el coste promedio necesario para movilizar en todos los sectores de actuación las inversiones necesarias con el fin de alcanzar el objetivo anual de ahorro.

Y si, por ejemplo, el sujeto delegado consigue empresas o particulares que generen menos energía, la puede vender a las compañías obligadas. Es un mercado. En 2023, Repsol fue el primer sujeto obligado. Liquidó el 80% en CAE durante ese año y aportó 8,78 millones de euros. El mayor volumen. Las compañías pueden generar sus propios CAE e incluso contar con su sujeto delegado. La mayor aportación al FNEE en CAE —indica Catalapiedra— se origina en actuaciones singulares en los sectores industriales y de transporte. Empresas, por ejemplo, que cambian todos sus sistemas antiguos, y contaminantes, para que sean sostenibles y verdes.

Línea tras línea llegamos a la pregunta básica. ¿Cuáles son las medidas de eficiencia energética? Una, la hemos visto; la actuación singular. La otra son las llamadas fichas. Hay 52. Son más sencillas de implantar y también generan CAE e ingresos. Un cambio de calderas, rehabilitación de edificios, sustituir el coche de combustión por uno eléctrico, rediseño de procesos industriales o el uso de iluminación LED.

Otra interrogante esencial lo plantea Repsol. ¿Cómo se consigue un Certificado de Ahorro Energético? En su web —de forma resumida— se puede consultar una respuesta en tres “fases”. Tras efectuar una acción energética hay que verificarla. Para esto hace falta un informe con el ahorro energético logrado, más el presupuesto y la inversión. Más tarde, una firma con el plácet de la Entidad Nacional de Acreditación debe validar la información aportada. Esa comprobación pasa finalmente por el organismo autonómico responsable y el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Posteriormente, la institución pública verificará y registrará el CAE.

Detalles importantes: los sujetos obligados pueden pasar inspecciones para controlar la veracidad de ese intercambio; si no cumplen serán sancionados. “Este sistema [lo hemos visto] posibilita un ingreso económico ágil y cierto para los particulares o compañías que afrontan la inversión necesaria para lograr ese ahorro energético, y aporta, también, otros beneficios como el impulso del empleo, la innovación, la productividad y la competitividad empresarial”, desgrana Javier Antúnez, director de Subvenciones y Certificados de Ahorros Energéticos (CAE) del Grupo Moeve. “Además de contribuir a que España alcance las metas marcadas de eficiencia”, ahonda. La energía es igual a la masa por la velocidad verde al cuadrado.

Repsol alcanza los 150 expedientes

Repsol es uno de los grandes sujetos obligados. La compañía lleva años inmersa en un proceso de transformación y de diversificación de sus negocios. Entre 2021-2025 habrá destinado más de 400 millones de euros a proyectos de eficiencia energética en sus activos industriales, además de contribuir a las obligaciones de energía final a través del Fondo Nacional de Eficiencia Energética (FNEE). De hecho, desde que en 2023 se pusieran en marcha los Certificados de Ahorro Energético (CAE), la firma, como sujeto obligado, aporta una quinta parte de las obligaciones al mismo. Y el año pasado fue importante. “Generó” —comentan desde la entidad— “sus primeros CAE en actuaciones singulares mediante proyectos ejecutados en complejos industriales, alcanzando más de 150 expedientes CAE”. Porque esas siglas son también las que España presenta en Bruselas para demostrar que estamos cumpliendo los objetivos.

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Sobre la firma

Miguel Ángel García Vega
Lleva unos 25 años escribiendo en EL PAÍS, actualmente para Cultura, Negocios, El País Semanal, Retina, Suplementos Especiales e Ideas. Sus textos han sido republicados por La Nación (Argentina), La Tercera (Chile) o Le Monde (Francia). Ha recibido, entre otros, los premios AECOC, Accenture, Antonio Moreno Espejo (CNMV) y Ciudad de Badajoz.
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