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El Reino Unido acelera las reglas para el uso de espacios públicos tras la sentencia del Supremo sobre las mujeres trans

La Comisión de Igualdad y Derechos Humanos trabaja en una norma legal respecto a baños, vestuarios, hospitales u otros servicios donde existen zonas para hombres o mujeres

Un grupo de mujeres celebra este miércoles la sentencia del Tribunal Supremo del Reino Unido a las puertas de la institución Foto: ANDY RAIN (EFE) | Vídeo: EPV
Rafa de Miguel

La sentencia del Tribunal Supremo del Reino Unido que limita la definición legal de mujer al sexo biológico, y excluye de ese modo a las personas trans de esa categoría, ha sido celebrada por muchos sectores de la sociedad británica como “una victoria del sentido común” y como una aclaración necesaria y largo tiempo esperada. Para muchos otros, sin embargo, la resolución de los magistrados, adoptada por unanimidad, genera nuevas dudas, temores e incertidumbres para los que todavía no hay respuesta.

La Comisión de Igualdad y Derechos Humanos (EHRC, en sus siglas en inglés), el organismo independiente que vigila el cumplimento de las leyes de igualdad y no discriminación en todo el Reino Unido, ha anunciado que pretende tener listas para este mismo verano unas normas de conducta actualizadas, y acordes al sentido de la sentencia del Supremo, para todos los organismos públicos del Reino Unido.

¿Pueden las mujeres trans seguir usando baños o vestuarios solo de mujeres? ¿Deben ir al de hombres? ¿Cómo se preserva la dignidad de estas personas? Y las mismas preguntas y dudas sirven para los hombres trans, que se verían forzados a usar las instalaciones de mujeres.

“Vamos a tener un nuevo código reglamentario de prácticas, y eso supone que pasará a ser la ley vigente. Ayudará a la futura interpretación de los jueces. Confiamos en que esté listo para el verano”, ha asegurado a la BBC Kishwer Falkner, la presidenta de la EHRC.

Falkner, que lleva al frente del organismo cinco años, ha expresado durante este tiempo una posición cercana a la de los grupos feministas que reclamaban la exclusión de las mujeres trans de la categoría biológica de mujer. Y ha reclamado insistentemente al Gobierno y a los organismos públicos que establecieran normas claras. Ha recibido mucho apoyo, pero también su parte de críticas y de mensajes de odio, a través de las redes sociales, que este debate lleva años generando.

“Es una victoria del sentido común”, ha dicho Falkner en referencia a la sentencia del Supremo. “Pero solo si reconoces también que las personas trans existen y tienen derechos. Y esos derechos deben ser respetados. Solo así se convierte en una victoria del sentido común, y no en una victoria que sirva para aumentar el número de acciones desagradables que se cometen contra las personas trans. No toleraremos eso, porque nos mantenemos firmes en su defensa”, ha querido enfatizar la presidenta de la EHRC.

La necesidad de explicar ese “sentido común” al que hace referencia Falkner surge en la sentencia del Supremo en múltiples referencias. La Ley de Igualdad de 2010, el texto analizado por los magistrados, define con precisión las nueve características que deben situarse bajo su manto protector y no pueden ser motivo de discriminación: edad, discapacidad, reasignación de género, matrimonio o unión civil, embarazo o maternidad, raza, religión o creencia y, finalmente, sexo.

En la sentencia, los magistrados se han pronunciado sobre esa última categoría digna de protección, el sexo, para establecer que la definición legal de mujer debe ser la de mujer biológica. Si una persona trans quiere acogerse al manto de la Ley de Igualdad, señalan, debe hacerlo bajo la categoría expresa de reasignación de género que contempla la ley y que tiene su protección específica.

Pero, y este pero es muy importante, el tribunal también señala que la ley protege a las personas trans ante lo que llama “discriminación directa”: “Tomemos, por ejemplo, el caso de una mujer trans que solicita un trabajo como agente de ventas, y el director de ventas cree que es una mujer biológica por su apariencia, y no le da el puesto, a pesar de que su presentación fue mejor durante la entrevista de trabajo, y se lo da a un hombre biológico”, explica la sentencia en un tono didáctico. “Ella tendría entonces derecho a demandar por discriminación directa por ser percibida como una mujer (...) el hecho de que no sea una mujer biológica no afectaría a su demanda, que debería ser tomada en la misma consideración que la de una mujer biológica”, dice el texto.

Añaden a continuación los jueces que el ejemplo serviría igual para casos de discriminación salarial o incluso de acoso sexual.

Pabellones médicos para mujeres

Pero al mismo tiempo, Falkner ha dejado claro que la comisión piensa exigir de inmediato al Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés) que cambie sus reglas internas respecto al trato a las personas trans. Hasta el momento, siguen vigentes las recomendaciones del NHS que permiten el ingreso de las mujeres trans en determinados pabellones o alas destinados a mujeres. La red sanitaria indica en su normativa interna que las personas trans deben ser acomodadas de acuerdo con el modo en que visten, sus nombres o los pronombres que utilizan para identificarse. En inglés, muchas personas reclaman que se usen los pronombres They/them/thier (ellos) en vez de los pronombres masculinos o femeninos he o her para dirigirse a ellos. Es una alternativa similar al elle que reclaman en español.

Algunos problemas, como el uso de baños o vestuarios, pueden intentar ser solucionados con la existencia de un tercer espacio de género neutro, ha dicho Falkner, que ha sugerido a las organizaciones trans que presionen para que sean incorporados. Pero otros presentan mayores complicaciones, como las residencias para mujeres que han sufrido abuso doméstico (el término con que aún se denomina en el Reino Unido gran parte de la violencia de género) o las prisiones.

Competiciones deportivas

La sentencia del Supremo del Reino Unido también hace referencia a uno de los terrenos más controvertidos en torno al debate trans: las competiciones deportivas. Extiende su exclusión de mujeres trans a “actividades definidas por el género”, en las que “la fuerza física, la resistencia o la estructura física media de las personas de un determinado sexo las colocaría en una situación de desventaja respecto a personas de otro sexo”.

Pero el tribunal recurre a un ejemplo que se ajusta como un guante a su definición, el boxeo, donde ha habido casos recientes de protestas por la intervención de una mujer trans.

Federaciones británicas como la de ciclismo o atletismo ya han decidido por sí mismas la exclusión de mujeres trans de la competición.

El Gobierno laborista del primer ministro Keir Starmer ha intentado responder a la sentencia del Supremo del modo más pragmático posible, para evitar “las llamadas guerras culturales” derivadas de un debate tan espinoso. “Vamos a estudiar la sentencia, para asegurarnos de que la cumplimos completamente”, ha dicho la secretaria de Estado de Salud, Karin Smyth. “Creo que ha llegado el momento de mirar hacia el futuro, de que estén claros los derechos de todas las personas, y de que los organismos que ofrecen servicios públicos se aseguren de que cumplen con la ley”, ha añadido.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.
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