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El Gobierno Trump desoye la orden de un juez que abrió una esperanza en la familia de uno de los deportados a El Salvador

El magistrado dio al Ejecutivo un plazo de 48 horas para permitir a un detenido en el CECOT el a sus abogados

Widmer Josneyder Agelviz Sanguino
Carla Gloria Colomé

La familia de Widmer Josneyder Agelviz Sanguino tiene la certeza de que, así como es el primero que aparece en la lista de venezolanos enviados a El Salvador que publicó la cadena CBS News, será el primero en ser liberado del Centro del Confinamiento del Terrorismo (CECOT), la cárcel a la que llegó a mediados de marzo junto a otros 237 compatriotas venezolanos acusados de ser pandilleros. Luego de que la familia agotara los recursos posibles para confirmar su paradero y exigir su liberación, en la noche del lunes por primera vez un juez federal en Texas ordenó al Gobierno de Donald Trump que se le permita a Widmer el a sus abogados. Nadie, por ahora, ha podido comunicarse con ninguno de los detenidos venezolanos en el país centroamericano, hecho que ha llevado a Human Rights Watch a catalogar el caso como una desaparición forzada masiva.

Keith P. Ellison, juez del Distrito Sur de Texas, emitió el lunes la orden judicial para que el gobierno confirmara en el plazo de 24 horas dónde se encuentra Widmer, y dio 48 horas para que el joven pudiera tener o con sus representantes legales. Pasado el plazo, el Gobierno de Trump no había acatado la orden, como lo ha hecho ya en el caso del salvadoreño Kilmar Abrego García. Y este jueves ha apelado la decisión. Esta maniobra judicial pone en pausa la orden hasta que el juez escuche los argumentos del Departamento de Justicia.

Aun así, este es un paso que a la familia le da esperanzas, en medio de la desinformación y el aislamiento en que mantienen a los más de 200 deportados en El Salvador. “Es algo más logrado en lo que ha sido la lucha por sacar a mi hijo de ese lugar. Es una esperanza de que se va a lograr hacer justicia, porque mi hijo no es ningún pandillero como lo están acusando, es un hombre de bien”, sostiene la madre del joven de 24 años, Lisbeth Carolina Sanguino.

La familia asegura que los abogados les comunicaron que ya se había realizado la solicitud, pero están a la espera de una respuesta más precisa. “Ayer hablé con el abogado en la tarde y me dijo que de parte del gobierno no le habían dicho todavía la forma en que se iban a comunicar con mi hijo Widmer”, contó el martes la madre. Este periódico se puso en o con el abogado de Widmer, pero aún no ha recibido una respuesta.

El juez emitió la orden tras una demanda de los abogados de Widmer por la violación del debido proceso en la deportación. “No siempre me queda claro que los poderes Ejecutivo y Judicial se hayan comunicado tan bien como deberían en esta serie de casos”, declaró el juez el lunes. Aunque el nombre del joven aparece en la lista —el único recurso por el que algunos supieron que sus hijos se encuentran en El Salvador, ante la falta de una confirmación oficial del gobierno de Estados Unidos—, la familia hasta hoy no tiene total seguridad de que el venezolano esté en el país centroamericano. Nunca lo vieron en las imágenes de la llegada al CECOT difundidas por el presidente Nayib Bukele, ni en otras que han salido a la luz tras las visitas de políticos estadounidenses a la cárcel salvadoreña.

Widmer Josneyder Agelviz Sanguino

“Nos encontramos en una encrucijada porque creemos que está en algún lugar, pero no tenemos confirmación de que se encuentre en el CECOT de El Salvador, salvo por un artículo de prensa”, dijo el abogado Javier River durante la audiencia del lunes. “Eso es lo que creemos, y este es el propósito de la audiencia de hoy: que el gobierno presente pruebas de que se encuentra efectivamente en El Salvador”.

La última vez que Lisbeth tuvo o con su hijo fue en la noche del 13 de marzo. “Me dijo que lo cambiarían de centro de detención el día viernes a las cuatro de la mañana, que me llamaría antes de irse de Livingston, Texas, si se lo permitían”, cuenta la madre, quien lo notó “preocupado y un poco nervioso”, porque no sabía exactamente para dónde lo iban a llevar. Para ese entonces le habían hecho ponerse el uniforme rojo, el mismo que vestirían las decenas de deportados, que denota que el detenido supone un peligro máximo. “No le dijeron que iba a El Salvador, y desde ese día no supimos más de mi hijo”.

El joven, amante del fútbol, la cocina y la pintura, llegó a Estados Unidos en septiembre de 2024 junto a su madre y dos hermanos menores, en un vuelo directo desde Ecuador. Habían sido beneficiados con el programa de reasentamiento de refugiados, vigente desde 1980. Pero en el aeropuerto de Houston, Widmer fue detenido por las autoridades migratorias. Al resto de su familia, ahora asentada en San Antonio, Texas, le comunicaron que siguieran su camino, que se trataba solo de hacer una investigación. En ese momento, sin embargo, empezó la lucha por poner a Widmer en libertad.

Según su tía Jhoana Sanguino, quien vive en el estado de Táchira, Venezuela, “la única excusa que pusieron los agentes de ICE cuando lo detuvieron fueron sus tatuajes”. Widmer lleva en el cuerpo un reloj y una rosa, dos marcas en la mira de las autoridades estadounidenses. La familia contrató a un abogado para que se hiciera cargo del caso. “Lo primero fue iniciar una solicitud de parole humanitario, pero fue negada. Se hizo el trámite para una fianza y también fue negado. Luego se intentó el trámite de asilo”, cuenta la tía.

Aun así, Widmer nunca pudo salir del centro de detención, hasta que a mediados de marzo fue enviado a El Salvador. “Cuando vi esa lista de CBS, y vi que mi niño era el primero, fue como si Dios me diera una bofetada”, dice la tía. A la familia aún le resulta particularmente sospechoso que lo culpen de pertenecer a una banda criminal, no solo porque no tiene antecedentes penales, sino porque al ser beneficiado por el programa de reasentamiento de refugiados Widmer se sometió a más de una entrevista de miedo creíble y verificaciones para ser itido en Estados Unidos.

Desde el día en que lo deportaron, “comenzó toda esta pesadilla” para sus familiares, que han participado en más de una marcha o protesta exigiendo su liberación. “El mundo se me viene encima solo de imaginar lo que puede estar viviendo mi hijo en ese lugar, qué puede estar pensando, cómo está su salud”, dice la madre.

Aunque la familia no estará tranquila hasta tenerlo de vuelta, el hecho de poder confirmar que Widmer está en el CECOT, que está bien y que sus abogados puedan verlo, les confiere una especie de alivio. “No lo hemos visto en ningún video, nos dicen que está ahí pero no tenemos la confirmación”, insiste la tía. “Entonces lo primordial es que nos digan que está ahí, que se nos de una fe de vida, y luego que se le permita tener o con los abogados, que lo puedan defender, y que se estudie detalladamente el caso”.

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Sobre la firma

Carla Gloria Colomé
Periodista cubana en Nueva York. En EL PAÍS cubre Cuba y comunidades hispanas en EE UU. Fundadora de la revista 'El Estornudo' y ganadora del Premio Mario Vargas Llosa de Periodismo Joven. Estudió en la Universidad de La Habana, con maestrías en Comunicación en la UNAM y en Periodismo Bilingüe en la Craig Newmark Graduate School of Journalism.
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