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Luis Guillermo Solís, expresidente de Costa Rica: “Hasta el momento las instituciones de mi país se han sostenido, pero eso puede cambiar”

El exmandatario analiza en entrevista con EL PAÍS el revés democrático en la región, el avance del populismo y critica a las élites centroamericanas: “Obstaculizan la constitución de sociedades equitativas”

Luis Guillermo Solís en Guatemala, el 20 de mayo.
Carlos S. Maldonado

En medio de la tragedia centroamericana de dictaduras, guerras y políticos de dudosa vena liberal, Costa Rica ha sido una isla cuya democracia es irada. Eso parece cambiar de forma acelerada bajo el liderazgo del actual presidente, Rodrigo Chaves, un populista que se mantiene en guerra permanente con el sistema judicial, el Parlamento y los medios. Luis Guillermo Solís (San José, 67 años), expresidente de ese país, politólogo e historiador, analiza el retroceso de su pequeña nación y las amenazas a las que se enfrenta. En esta conversación realizada en Guatemala en el marco del festival Centroamérica Cuenta, el exmandatario retirado de la política también habla sobre la incapacidad de la región de llegar a un acuerdo de unidad, el doloroso problema de la migración y critica a las élites centroamericanas, egoístas e incapaces de contruibuir a la formación de sociedades más equitativas.

Pregunta. Usted coordina el proyecto editorial Las Cuentas de Centroamérica, que analiza temas considerados torales en la región. Si tuviera que elegir en este momento un tema que más le preocupa, ¿cuál sería?

Respuesta. Sin duda, migraciones, porque es muy sensible por el costo humano que tiene. Sigo pensando que la gente no migra, sino que es expulsada de sus países por la pobreza, por la violencia, por los desastres. Me cuesta imaginar el dolor que sufre una persona y su familia al tener que abandonar forzosamente el lugar donde reside.

P. Usa una palabra muy fuerte, que es expulsar. Centenares de centroamericanos están bajo el temor de ser expulsados de Estados Unidos. Costa Rica ya ha accedido a recibir aviones con deportados. ¿Cómo deben responder los países centroamericanos ante esta política de Washington?

R. Creo que en lo posible, aunque eso no va a ocurrir, debe haber una respuesta más ordenada de parte de los Gobiernos centroamericanos y a lo mejor pudieran haberlo hecho por medio del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), que sería lo lógico. En segundo lugar, ante la política de represión a la migración de la istración Trump, cada país debe garantizar que las condiciones en que reciben a los expulsados sean adecuadas, así como los albergues mientras buscan un destino definitivo. Lo que no se puede permitir es que los transportes en condiciones infrahumanas y que una vez que lleguen a nuestros países también se les violen sus derechos.

P. ¿Está de acuerdo con la decisión del presidente Chaves de recibir estos migrantes expulsados de Estados Unidos?

R. En esas condiciones no, pero en condiciones adecuadas sí. Prefiero que los migrantes lleguen a un lugar donde se les atienda bien, a que se les expulse a sus países sin saber cuáles son los riesgos que enfrentan. Creo que Costa Rica puede ser un buen punto intermedio, pero exijo que el país que los recibe tenga tanto las condiciones adecuadas como claro el procedimiento para albergarles, porque si no lo que va a ocurrir es una acumulación de migrantes que puede tener consecuencias muy graves.

P. Habla del SICA. ¿Por qué a los Gobiernos de Centroamérica les ha costado tanto ponerse de acuerdo en una estrategia común frente a la de chantaje del presidente Trump?

R. En esa materia y en todas. Es parte de los problemas que tiene el SICA, cuyos instrumentos, que deben fundarse en un proceso de integración maduro, carecen de capacidad supra nacional para garantizar el cumplimiento de los acuerdos. Esto es un problema de origen y, además, de falta de voluntad política de los gobiernos para entender que hay ciertos fenómenos como la migración, los temas ambientales, de crimen organizado, que se podrían manejar mejor en un entorno de integración regional.

P. Menciona problemas de origen, ¿funciona el SICA?

R. Ahora no. Podría funcionar, sí. Podría funcionar mejor, también. Estamos arrastrando una desafortunada deriva anti integracionista que se profundizó después del huracán Mitch en 1998. Eso me duele mucho porque era un momento de mucho optimismo en Centroamérica después de los acuerdos de paz y porque la iniciativa de integración había tenido un progreso notable, pero ahora, con una dictadura en Nicaragua y un gobierno autocrático en El Salvador, ese proceso está paralizado. El SICA ni siquiera tiene un secretario general y todos los gobiernos le han dado la espalda.

P. ¿Por qué a una región tan pequeña le ha constado integrarse?

R. Porque las dificultades estructurales son muy grandes. Se necesitan ciertos niveles de armonías en el manejo de los temas estructurales, como el desarrollo económico, la política fiscal, la política social. Y donde hay déficit, como ocurrió en Europa, se necesitan establecer condiciones para que los países que tienen menor desarrollo relativo, se acerquen a los que tienen más. En Centroamérica son tan grandes las asimetrías al interior del sistema, incluidos los temas de seguridad, que se ha vuelto casi imposible encontrar esas armonías necesarias para que el sistema tenga cierto nivel de estabilidad.

Luis Guillermo Solís, expresidente de Costa Rica.

P. Este es un festival de literatura y periodismo, una profesión atacada. Persecución en El Salvador; exilio, destierro y cárcel en Nicaragua y Guatemala; con señalamientos de parte del presidente en Costa Rica contra la prensa. Si pudiera hablar con los mandatarios centroamericanos sobre este tema, ¿qué les recomendaría?

R. Que no deberíamos volver a los años oscuros cuando la represión y la violación de derechos humanos era la moneda de cambio común en la zona. Estoy verdaderamente preocupado de que en un país como Costa Rica el presidente acuse a la prensa de ser canalla por el simple hecho de que se le opone. Todos hemos pasado por eso y no es agradable verse en las primeras planas de los periódicos con observaciones críticas, pero eso forma parte de la coexistencia democrática, como los pesos y contrapesos que surgen de la institucionalidad de un régimen republicano. Estamos viendo, y esto lo digo con trepidación, no solo que se ha paralizado el avance que se había logrado, sino que estamos ante un retroceso rápido, en el que algunos de estos Gobiernos autócratas o populistas cuentan con el apoyo de un sector muy importante de la población, que les ha comprado el relato de que la destrucción de las instituciones y las falencias de la democracia deben llegar a niveles de autoritarismo que resuelvan los problemas que esas democracias tienen.

P. ¿Y cómo debemos entender ese apoyo? ¿Por qué un presidente como el salvadoreño Nayib Bukele tiene un nivel de aprobación tan alto?

R. Porque los fenómenos que los países enfrentan de naturaleza económica, estructural, legal, judicial y de seguridad son de tal magnitud y las instituciones han sido tan débiles que se han postergado hasta convertirse en verdaderos tormentos para la población. Qué duda cabe que los salvadoreños vieran como buena respuesta contra las maras y el crimen organizado la política de represión delincuencial de Bukele.

P. ¿En qué ha fallado la democracia cuando no ha podido garantizar a la población seguridad y bienestar?

R. Es que la democracia no hace eso. Lo que permite que la democracia funcione son los liderazgos que la ejecutan y la verdad es que en Centroamérica hemos tenido liderazgos que han sido malos. Y aquí le cargo la mano a las élites centroamericanas, que han sido muy incapaces de aportar la visión, los recursos y la voluntad necesaria para cambiar esa realidad. En los años ochenta logramos la paz a pesar de esas élites. Y una vez que pasaron esos acuerdos, había que reconstruir y en muchos casos refundar esas democracias y eso no ocurrió. Hay una continuación de las élites en el poder que aún obstaculizan la constitución de sociedades más equitativas.

P. Costa Rica está pasando por un momento grave, con el presidente Chaves en guerra abierta contra el poder judicial ante el riesgo de perder su inmunidad por un caso de corrupción. ¿Teme un retroceso democrático en su país?

R. Sí, claro. Y creo que se está produciendo. Ciertas decisiones que se han tomado claramente atentan contra la existencia de dos grandes pilares que han garantizado nuestra paz interior: una educación pública de buena calidad y la seguridad social, que ofrece servicios públicos de salud y un régimen de pensiones que mejoran la calidad de vida de la gente. Y, además, está ese enfrentamiento no solo fuerte, sino que diría que ya es violento entre el poder judicial y el presidente. La semana pasada el presidente Chaves casi llegó a una convocatoria a las armas, lo que ha sido repudiado por la gente.

P. El presidente ha cargado contra la justicia. “¡Se jodieron!”, ha dicho. ¿Es lo suficientemente fuerte la institucionalidad de Costa Rica para enfrentar las embestidas del mandatario?

R. Fue más que eso, que es el insulto final que el presidente utiliza con frecuencia. Dijo que él tenía a sus órdenes 17.000 policías y que podría volver a ocurrir una guerra civil en Costa Rica. Es una amenaza clarísima. También tiene una querella permanente de orden político con la Asamblea Legislativa, con los medios, con los partidos políticos, con los opositores y se están produciendo violaciones a los derechos humanos.

P. ¿Es fuerte la institucionalidad costarricense para soportar estas embestidas?

R. Hasta el momento lo ha sido. Le doy dos ejemplos. Uno de los casos más sonados fue la destrucción ambiental en la zona del Caribe costarricense, en donde se autorizó a un financista del presidente para que hiciera un complejo habitacional y las denuncias de la prensa lograron frenarlo. Igual ha sido en la parte judicial, con intentos de socavar la Contraloría General de la República, que es un órgano que colabora a la Asamblea Legislativa en hacer control político. Hasta el momento las instituciones se han sostenido, pero eso puede cambiar. Es decir, que las instituciones, al igual que con las condiciones políticas, se pueden deteriorar muy rápidamente.

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Sobre la firma

Carlos S. Maldonado
Redactor de la edición América del diario EL PAÍS. Durante once años se encargó de la cobertura de Nicaragua, desde Managua. Ahora, en la redacción de Ciudad de México, cubre la actualidad de Centroamérica y temas de educación y medio ambiente.
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